Dentro del aprendizaje las competencias se podrían definir como una suma de conocimientos, habilidades y actitudes.
Esto quiere decir que una competencia implica un conocimiento (saber algo), a lo que se le añade una habilidad (saber hacer o desenvolver algo) y además requiere una actitud (predisposición de querer hacer algo y afrontar esa acción de un manera). Pongamos un ejemplo que pueda servir para un SVE: Aprender a cocinar un plato tradicional de Brumzselandia:
+ Conocimientos: necesitas saber la receta … ¡Y entenderla en brumzslandés!
+ Habilidades: toca enfundarse el gorro de cocina, agarrar la cuchara y meter mano a los fogones ¡y no todas las cocinas del mundo son iguales!
+ Actitudes: entender la receta en brumzslandés no ha sido fácil, quizás la primera vez has puesto azúcar donde debería de haber sal, o que los cereales que habías comprado eran en realidad alpiste para canarios … pero tú insistes y oye, parece que a la tercera tentativa el resultado se va acercando a comestible (perseverancia y paciencia que no falte), puede que incluso hayas conseguido descifrar que parte del cerdo estabas comprando en el mercado y hasta te lances a invitar a alguien a cenar y así demostrar tus dotes culinarias (espíritu de iniciativa y saber asumir riesgos) … la gran cita se acerca y estás convencid@ de que todo va salir perfecto (¡eso es optimismo!). Lamentablemente tu fantástico plato tiene un extraño aroma a chamusquina, y debes afrontar una situación ciertamente peliaguda (recuerda que la calma, la capacidad de análisis y el número de telepizza pueden ser unas buenas herramientas para gestionar conflictos, pero lo realmente importante es la voluntad de querer hacer las cosas).
Esto quiere decir que una competencia implica un conocimiento (saber algo), a lo que se le añade una habilidad (saber hacer o desenvolver algo) y además requiere una actitud (predisposición de querer hacer algo y afrontar esa acción de un manera). Pongamos un ejemplo que pueda servir para un SVE: Aprender a cocinar un plato tradicional de Brumzselandia:
+ Conocimientos: necesitas saber la receta … ¡Y entenderla en brumzslandés!
+ Habilidades: toca enfundarse el gorro de cocina, agarrar la cuchara y meter mano a los fogones ¡y no todas las cocinas del mundo son iguales!
+ Actitudes: entender la receta en brumzslandés no ha sido fácil, quizás la primera vez has puesto azúcar donde debería de haber sal, o que los cereales que habías comprado eran en realidad alpiste para canarios … pero tú insistes y oye, parece que a la tercera tentativa el resultado se va acercando a comestible (perseverancia y paciencia que no falte), puede que incluso hayas conseguido descifrar que parte del cerdo estabas comprando en el mercado y hasta te lances a invitar a alguien a cenar y así demostrar tus dotes culinarias (espíritu de iniciativa y saber asumir riesgos) … la gran cita se acerca y estás convencid@ de que todo va salir perfecto (¡eso es optimismo!). Lamentablemente tu fantástico plato tiene un extraño aroma a chamusquina, y debes afrontar una situación ciertamente peliaguda (recuerda que la calma, la capacidad de análisis y el número de telepizza pueden ser unas buenas herramientas para gestionar conflictos, pero lo realmente importante es la voluntad de querer hacer las cosas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario